Hay un tiempo en que los tilos no se doblegan. Es el mismo tiempo en que los roquedales de nuestros valles se mantienen erguidos. Se elevan enhiestos y se manifiestan prepotentes con la razón que les da su carga de siglos. Hay tiempos de lucha y tiempos de paz. En los de lucha se presentan todas las voluntades en alerta continua. Es pionera la capacidad defensiva, la resistencia continuada y el sufrimiento callado y hasta lacónico. Hay combates de difícil solución, donde la sorpresa pesa más que la causa, donde lo desconocido influye más que una realidad antes apacible y noble. Y que puede convertirse luego perversa y acusadora.
No cabe la venganza en estos tiempos aguerridos desde el derecho a poder exigir justicia, o compasión o una mano amiga y salvadora. Pero sin olvidar la entrega y la repugnancia hacia lo incomprensible. Son situaciones que se presentan sin llamar a la puerta. Muestran una pésima educación porque nunca fueron invitadas, y aparecen allí sin más. Defendiendo su derecho a invadir la propiedad ajena, a destruir la nobleza con que se topan y la cual ha sido el fruto de años de concordia.
Son caminos que aparecen plagados de trampas. Que desde lejos dan la sensación de ser sendas festivas, proyectos jocosos o metas alcanzables con poco esfuerzo. Pero cuando se acerca uno a ellos nota lo grotesco de su empedrado, el desnivel agotador de su pendiente y un final neblinoso plagado de intriga solapada bajo el engaño.
Hay que ser hábil, tener paciencia, usar la cordura por encima de la aberración. No es un trabajo sencillo. Está salpicado de trampas. Hay que investigar las causas, ser sutil en las averiguaciones y prudente en los comentarios.
Los tilos son árboles de la familia de las malváceas. ¿Tal vez quisieron decir de la familia de las malvadas y se equivocaron?. Siempre hay una sospecha cuando acechan los sinsabores. No sería una historia natural ni acorde con la realidad futura el que los tilos no fueran derrotados en su propio terreno. Es un designio que me atrevo a pronosticar, desde la razón, la fuerza y el profundo deseo.