Horror. Hace unos días creímos que se había perdido la mascota inseparable de mi hijo: el ratón.
Suelo salir a la calle con miles de cosas y el bolso hecho una pena lleno de tanta basurilla (recomiendo vivamente no usar bolsos buenos cuando se sale con niños pequeños). Llevo agua por si tiene sed, comida, ropa por si hace frío o calor (el tiempo aquí es impredecible), toallitas húmedas, algo para leer mientras él juega (ingenua)… Cuando hace bueno salimos con la mini-bici sin pedales. Y además de todo esto, el niño, claro. Y a veces se empeña en sacar a pasear al ratón. Y ya no te digo si pide un helado y le tengo que llevar la bici mientras se lo come. Ni un malabarista podría mantener todo eso bajo control.
Volvemos a casa después de un día de helado + bici + ratón y… (¡horror!) falta el ratón. Buscamos, buscamos, por todas partes y no aparece. “¿Dónde se vio al ratón por última vez?”. Trato de hacer memoria. “En el tranvía. Seguro que lo dejó allí ”. “¿¿Dónde etá el ratón mamááàá??. ¡¡¡¡Quiero mi ratóoooon!!!!. Si no, no puedo dormir…”. Carita de pena, pucheros. Crisis. Mi marido dando ánimos: “Díselo, díselo. Dale ese disgusto. Dile que se perdió el ratón. Que TU lo perdiste”.
Pienso que le voy a causar el primer trauma de su vida. Pero la vida es así; está llena de decepciones. Le explico que el ratón ha salido de paseo y que no sabemos cuando o si volverá. Llora un poco pero se lo toma relativamente bien. “Es un niño fuerte”, pienso yo orgullosa. Pero como no las tengo todas conmigo salgo a la calle volviendo sobre nuestros pasos a ver si aparece. Nada. Rezo para que en IKEA sigan vendiendo ese ratón. Aunque el niño deja claro que “No quiero uno de la tienda” “¡¡¡¡Quiedo MI ratón!!!!” (el sucio, pienso yo).
Milagrosamente, al día siguiente el ratón aparece escondido en una esquina de la sala. Realmente este ratón tiene vida propia.
Posts relacionados: Aventuras de una madre (no) abnegada
Una respuesta a Se escapó el ratón