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Los que me conocen saben que mi armario se compone de muy pocas piezas.

Me encanta el “window shopping”. Una de mis aficiones favoritas, principalmente los fines de semana, consiste en ojear escaparates mientras paseo por las calles del centro de Madrid. Pero no suelo comprar por impulso. Mis adquisiciones suelen ser muy meditadas. Me gusta estar al tanto de lo que se lleva pero no soy de las que renuevan su armario por completo cada temporada.

El paso del tiempo demuestra que es recomendable hacer inversiones en prendas que nunca pasan de moda, que se han convertido en un valor seguro y que ganan con los años. Prefiero invertir en alguna de ellas que comprarme muchas otras que al final no me producen ninguna satisfacción. No siempre ocurre, pero a veces…. lo barato sale caro. O dicho al revés: lo caro se acaba amortizando con el paso del tiempo.

Puedo pasarme meses ahorrando para comprarme uno de esos clásicos que sé que me durará eternamente, en vez de comprarme montones de ropa o accesorios que por ser muy de tendencia dejarán de llevarse a una velocidad vertiginosa. Algunas de estas prendas forman ya parte de mi fondo de armario; otras todavía no (lamentablemente sus precios se escapan a mi presupuesto). Pero están en mi “wish-list” y sé que algún día, más pronto que tarde, serán mías. Creo firmemente en Papá Noel y en los Reyes Magos (eso es lo bueno de vivir en España, que tenemos a ambos) y si les allanamos el camino y les damos una pista, seguro que nos lo agradecen.

En mis próximos posts os hablaré de esas prendas o accesorios que me gustaría tener porque nunca pasarán de moda. Imprescindibles, que te permiten salir airosa en cualquier ocasión. Prendas que por su versatilidad dan mucho juego. Y por si os lo preguntáis, os diré que sus precios no son siempre prohibitivos. La combinación de prendas caras con otras más accesibles es sin duda la clave del éxito.

¡Hasta pronto!

Ana Roibás