Como deseo de fin de año pedí que el invierno se convirtiera en verano. Y se cumplió. Subimos al avión para Lanzarote con abrigo y al bajar nos pusimos en bañador.

Solo fuimos unos pocos días así que no soy tan experta en la isla como para haceros recomendaciones sobre hotelazos o restaurantes 10. Lo que sí os recomendaría es alejaros lo más posible de zonas urbanizadas y/o turísticas (Puerto Teguise y Puerto del Carmen, prohibidos). Evitar sitios que tengan tiendas de souvenirs (me atrevería a decir tiendas en general) a varios kilómetros a la redonda. En mi opinión, lo más bonito en Lanzarote pasa por el día, así que yo no buscaba un sito con night life. Lo bueno sería elegir un hotel o mejor una casita (pero si hay que cocinar es menos relajante creo yo) lo más alejado posible de la civilización y disfrutar del paisaje alucinante que ofrece la isla.

Yo iba sola con niño así que escogí un 5 estrellas, el Hotel Hesperia, todo incluido con pulserita, que aunque no es mi ideal de viaje reconozco que fue una opción comodísima y muy agradable. Relax total. Siguiendo los consejos de mi amiga Ana buscamos estar fuera del meollo y aterrizamos en Puerto Calero una zona menos turística. En el hotel hay de todo pero fuera no hay nada ni nadie. En dos minutos te encuentras en una senda que te lleva a bordear los acantilados y disfrutar de ese contraste increíble entre ese terreno volcánico y el azul del mar. Hemos vistos unas puestas de sol y unos amaneceres alucinantes. Caminar tanto tuvo su recompensa porque descubrimos Playa Quemada y un pueblecito increíble con un súper restaurante a pie de mar.


Esa posibilidad de caminar o ir en bici alrededor de toda la isla fue lo que más nos enamoró. Decía Cesar Manrique en un documental que “no se puede hacer más con menos”. El se refería a la arquitectura tradicional de la isla, pero se puede aplicar también a la isla misma. Tanta belleza con cosas tan simples: piedras, mar, sol y luz.

 

¡Qué chute de luz, de energía, de optimismo y de vitaminas nos ha dado ese viaje! Tenemos “reservas” para sobrevivir un tiempo en Bruselas.

Escaparse al sol en invierno debería ser obligatorio por prescripción médica ;-).

El año que viene, destino Fuerteventura.

I. Miranda