Nunca me he enamorado de hombres despampanantes. Me gustan los hombres interesantes. Lo mismo me pasa con las ciudades. Y en particular con Varsovia. No es una ciudad que enamore a primera vista. Te cautiva poco a poco.
Estoy enamorada de una ciudad fea. Fea, pero fascinante. De encantos ocultos.
No debemos juzgar muy severamente su urbanismo, un poco caótico, si tenemos en cuenta que la ciudad fue prácticamente destruída durante la segunda guerra mundial. Esto está grabado a fuego en el imaginario colectivo. La huella que ha dejado la historia en la ciudad, en su arquitectura y en su gente es patente. No es fácil entender y apreciar Varsovia sin conocer antes esa historia.
Por eso a Varsovia se le permite lo que en otros sitios tal vez sería considerado una aberración urbanística. La ciudad es una máquina del tiempo acelerada. Puedes recorrer 100 años en 2 minutos, entre 2 calles. Los pocos edificios que sobreviven de antes de la guerra, se entremezclan con edificios del realismo socialismo, bloques ochenteros, edificios que parecen antiguos pero que en realidad son reconstrucciones nuevas de edificios destruidos y muestras del capitalismo más salvaje.
Tal vez en otro contexto todo eso me espantaría. Pero conociendo la historia de la ciudad, todo se lo perdono.
Aquí os dejo una pequeña visita virtual de Varsovia a través de las imágenes que he capturado en mi última visita.
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