El amigo – mascota inseparable de mi hijo es este ratón. Le llama “mi hermano ratón”. Yo me hago la loca (no creo que eso quiera decir que necesita un hermanito).
No nos deja casi nunca lavarlo. Dice que está limpio y que huele bien. Pero el ratón está hecho un asco. Lo lleva con él a todas partes, sucísimo. Al principio a mí me daba vergüenza y trataba de lavarlo por las noches en cuanto el niño se dormía. Pero si se despierta y no está el ratón, la liamos. Así que ahora ya paso (o eso intento). A veces, excepcionalmente, acepta bañarlo él mismo o se sienta a ver como gira en la lavadora.
Tiene miles de juguetes maravillosos y ecológicos, pero su favorito es ese ratón que compramos en Ikea por 2 euros. Le da de comer, duerme con él, le habla, le lee cuentos y hace todo tipo de experimentos con él. Hasta le ha buscado una novia; una ardilla que tiene dibujada en una camiseta.
Esta noche, por mi madre que meto a ese ratón en la lavadora.
P.S Y ya os contaré cuando se escapó el ratón…
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