Reconozco que tengo esta sección del blog bastante abandonada.

Estoy sumergida en miles de cosas de la vida cotidiana que no me dejan parar como a mí me gusta para capturar pequeños momentos de la vida de mi hijo. Pero antes de que se acabe el curso  me he propuesto hacer esa paradita y  publicar  un post.  

El otro día capturé un momento chulísimo. A veces hay momentos cruciales que se te escapan, porque no estabas ahí, porque te despistaste, porque no le hiciste caso al niño o porque justo se te había acabado la batería de la cámara :-)… Pero para este estuve allí y pude “parar el tiempo” para disfrutarlo. 

 

Este es el día en que se puede decir que “oficialmente” mi hijo aprendió a leer. El día en que por primera vez le vi sentadito en su cuarto leyendo un cuento. Y digo bien leyendo, no mirando los dibujos o pasando las hojas ;-). Ver como un  niño aprende a leer es algo fascinante que no disfrutamos lo que debiéramos porque la “presión” del cole hace que a veces se convierta en algo  mecánico.

Pero es realmente uno de esos momento mágicos que tiene la vida.

Recuerdo cuando empezamos a principios de curso con las primeras sílabas: “Tata Sara a un rat“. Encima en francés, no os cuento qué lío. “Mamá, lo dices mal, así no se pronuncia“. “Bueno hijo, tu pronuncia como lo haga la profe“. De pronto empieza a leer poco a poco las estaciones del metro, los primeros carteles en la calle y  un día se “hace la luz” y puede leer un cuento. Es una pasada.

 

Tintín, Le Lapin Cretin  (bueno ese es fácil porque solo dice Bada Bada todo el rato, no habla ;-)) y sobre todo “Le loup en …” son ahora nuestros best sellers.

Ojalá que (si conseguimos seguir resistiéndonos a tablets y demás dispositivos “infernales” – pero  eso ya es materia de otro post) me salga aficionado a la lectura que para mí es uno de los pequeños-grandes placeres de la vida. 

La madre no abnegada

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