PAISAJES DE ENTRAGO, TEVERGA, 1-1-2010 (14)

Teverga es un municipio de dos mil habitantes situado al sur de Asturias, España. La Fundación Príncipe de Asturias le ha concedido el galardón de “Pueblo ejemplar 2013”. Un Ayuntamiento, que por haber vivido durante muchos años de la minería del carbón, ha sufrido los avatares propios de los variados intereses en el uso de las energías según el momento.

A mediados del siglo XX, Teverga se guiaba, en lo común, por el aullido de la sirena que anunciaba la entrada y salida de los trabajadores de la empresa carbonífera Hullasa. Y se estimulaba por el sonido férreo de los trenes que bajaban de madrugada el carbón hacia Trubia, y que regresaban por la tarde con bufidos de vapor y delirio de la chavalería a pie de vía junto al campo de fútbol, que ponía piedras sobre los raíles en un simbolismo que podía interpretarse como un final próximo de una minería durante muchos años amenazada.

En Teverga había una estirpe de niños que luego se convirtieron en una clase de hombres con especiales condiciones colectivas: Nobles por su conducta inapelable, recios por su afán de superación, aguerridos por la influencia ancestral de las peñas circundantes, vitalistas por su empeño en perdurar, sabios por el conocimiento natural de las cosas, dignos por su exigencia de respeto, afables por su particular sentido de la convivencia, y todos con el mismo origen en el pueblo de Entrago, del Concejo de Teverga. Ninguno quería conquistar el mundo, sino conocerlo; ni asaltar el destino, sino esperarlo; ni doblegar al contrario, sino admitirlo…

Con los años Hullasa desapareció. La población se vio abocado a refugiarse, primero en la nostalgia, y luego en la imaginación. De aquella surgieron reproches y lamentos. De ésta surgieron nuevos horizontes para la esperanza laboral, y para el futuro sin sorpresas. La cueva Huerta se convirtió en centro de visita turística. Las lomas de San Salvador en Cuevas de la Prehistoria. El trazado del ferrocarril en Senda del Oso. La hostelería convocó jornadas gastronómicas de primavera y otoño.

Este premio no será un salvoconducto para el abandono, ni el pedestal para la desgana. Teverga ha llegado. Pero le falta lo más complejo, afianzarse en lo establecido. El premio corrobora una trayectoria y la recompensa. Pero también es una exigencia para la continuidad y un estímulo para la mejora como respaldo hacia el futuro.

José María Ruilópez