amores perrosNo sé si me gusta más el cine mejicano o el argentino.

Cuando voy a ver una película mejicana, sé de antemano que no me dejará indiferente. Porque el cine mejicano rara vez suele dejar indiferente. Es crudo, con frecuencia. Puede no gustar tanta crudeza. Reconozco que no es un cine fácil. Pero siempre te agita; siempre te remueve algo. Y a mí me gustan ese tipo películas.

Ejemplo.

Una mítica del cine mejicano: Amores perros, opera prima de Alejandro González Iñárritu. La ví hace  mucho tiempo y se me quedó grabada. Brillante. Poderosa. La primera vez que la ví pensé que ese director era un genio. Y que solo alguien con muchas  contradicciones podria crear algo así. La he vuelto a  ver antes de escribir este post y me sigue pareciendo brillante.

Tres historias que se cruzan en tiempo y lugar de un modo magistral. Personajes con los sentimientos llevados al límite. Juego entre la vida y la muerte. Contraposición tajante de escenas duras y “suaves”. Eso sí, es densa. Densísima.

Mi escena inolvidable:  esa en  la que él, desesperado,  destroza todo el suelo de madera  porque su perro se había quedado  atrapado debajo.

Una película que hay que ver.

 I. Miranda