Ginebra

En el verano de 2013, me encontré por casualidad en una de las ciudades más bellas en las que he estado. En mis viajes, suelo estar expuesto con frecuencia a “shocks” culturales. Desde la antigua Constantinopla hoy Estambul, pasando por Seúl y su ritmo caótico, hasta Cholula y su ambiente de congelamiento con mezcla de culturas y sabores. Pero Ginebra ha sido uno de mis grandes descubrimientos. Y en este viaje me di cuenta de que son las personas las que realmente hacen que las cosas pasen.

Volvíamos de escalar el Matterhorn (Cervino para los españoles) con Javier. Estábamos en las últimas con nuestro presupuesto; nos quedaban unos 40 euros entre los dos. No me había sentido tan pobre desde que estaba en la universidad viajando con AIESEC. Ya sé lo que piensan: 40 euros para pasar 3 días en Suiza…JAMAS. Pero afortunadamente contábamos con la hospitalidad de una amiga de Javier a quien yo nunca había visto. Esto es algo que yo hago con frecuencia en mi casa, a la que llegan personas de todo el mundo. Algunos amigos, otros conocidos y algunos amigos de conocidos…Pero hasta que uno no tiene realmente la necesidad de alojamiento, no valora en su justa medida a esos anfitriones desinteresados, que a veces como Susi,  no tienen una amistad directa con sus huéspedes. Fue gracias a ella que pude conocer esta ciudad.

Primer shock cultural: Ginebra cuenta con un servicio de préstamo gratuito de bicicletas. ¿Pero cómo que  gratis?. Sí, usted se la lleva y la devuelve de manera gratuita. Así que con mi bici salí a explorar. Me encontré con una ciudad fantástica llena de cultura, museos y lugares para visitar. Segundo shock cultural: los parques están llenos de familias y hay actividades gratuitas promovidas por clubs o personas que les gusta la idea de simplemente compartir yoga, baile, taichí o grupos de carrera. Como un viajero del otro lado del charco, les puedo decir a los europeos que no deben ni pueden dar por sentado lo que tienen.

IMG_6791

Por la noche, todavía con luz…(hecho que me encanta de Europa), Susana mi nueva conocida/ amiga/ anfitriona me invitó a una cena con algunos amigos en un parque. Pensé que era algo que la gente hacía allí con regularidad, una especie de picnic. Tercer shock cultural: apareció Elvira y preparó una mesa sumamente elegante con candelabros y mantel que más parecía una cena de un restaurante de 5 estrellas. El resto de los invitados fueron llegando hasta formar una mesa de lo más internacional: españoles, ingleses, italianos y un guatemalteco, al cual hicieron sentirse como uno más de la “familia”. Fue una velada perfecta.

Como dato cómico, pudimos percatarnos de un ligero olor a “orégano” que venía de uno de los bancos del parque donde unos jóvenes indudablemente estaban teniendo su propia fiesta especial. Pero nuestra cena era tan atípica que incluso ellos se acercaron  para felicitar a los anfitriones por tan excelente idea (idea que tengo que copiar en Guatemala).

Moraleja: estar abiertos  a nuevas experiencias, nuevas personas y nuevos lugares. ¿Quién sabe?, a lo mejor esas pequeñas aventuras pueden llegar a ser parte del top 10 de cada uno, como lo es esta cena para mí.

Para que puedan ver Ginebra  “a lo Nómada“comparto con ustedes aquí el vídeo que solemos hacer de nuestras aventuras.

Alvaro Paiz