Puede decirse, que casi una población completa estuvo varios años soñando con la posibilidad de que su equipo de fútbol subiera a la primera división. Eso fue lo que ocurrió en Gijón con el Sporting en los últimos años hasta esta liga 2014–2015. Porque un equipo, no sólo es un grupo de personas unidas por una actividad deportiva, sino que es también un conjunto de emociones que se aúnan para formar un colectivo de empuje, es una forma de saberse parte de una comunidad que tiene un fin definido. Y aunque el resultado deportivo no depende de ellos en su totalidad, porque los que están sobre el terreno de juego son otros, son conscientes de que pueden empujar, manifestar su interés y mostrar un aliento lo más fuerte posible para que el ánimo de los jugadores no decaiga y camine por la senda más certera posible hacia el objetivo deseado. En este caso el ascenso a la división de honor.
Alrededor de esa ilusión y esa afición urbana, también hay un interés económico. El tener un equipo en la primera división da la oportunidad de ver en la ciudad a los más destacados jugadores del momento, porque los grandes equipos como el Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia y otros, tienen en sus filas a profesionales que son la élite internacional, y están reconocidos con premios variados a lo largo de su trayectoria deportiva.
Todo eso es un revulsivo para la ciudad por el movimiento de personas que genera. Cada quince días va a ser un nuevo evento social el que va a tener lugar en el Molinón. Van a venir aficionados de otras partes de Gijón, e incluso de provincias limítrofes en las que no hay partidos de primera. Eso enriquecerá a la hinchada gijonesa y dará a la ciudad un hálito y una categoría diferente a la que tiene ahora. Porque somos conscientes de que el fútbol mueve medios de comunicación durante horas, con programaciones (en algunos casos excesivas), donde no sólo se comenta sobre estrictamente deportivo, sino que se generan opiniones muy diversas, alrededor del chismorreo o lo variopinto, siempre en busca de estirar lo más posible las charlas en torno a ese mismo tema, que es el futbol.
Hay también un capítulo “escabroso” que de manera un poco soterrada (o no tanto) pulula en la mente de los aficionados. La débil situación económica del equipo, que al decir de los que entienden más de esto, está en vías de resolverse, para que la “mareona” pueda disfrutar tranquila de los partidos sin el asedio de una solvencia económica en precario, que malogre el devenir inmediato del equipo.
Como es de suponer, la primera meta a conseguir para el próximo año será mantenerse en la división de honor, porque ganar la liga quedará, se supone, que para más adelante.
Foto: La Nueva España digital