Me dan bastante pereza este tipo de fiestas. Pero confieso que me encanta el típico/ tópico Día de la Madre. Me parece una de esas cosas divertidas de la maternidad. Pese a que aún me cueste acostumbrarme a estar en la parte “madre” de la ecuación “madre-hijo”. Durante muchos años lo he celebrado en el papel de hija.
Este año esperaba con especial ilusión el primer regalo oficial del Día de la Madre. El primero del cole. Ya me imaginaba recibiendo orgullosa el clásico dibujito o manualidad que los niños suelen llevar a casa. Pero pasaban los días y el regalo no llegaba.
Llegó el primer domingo de mayo (Día de la Madre en España). Como nací en España pensaba que obviamente ése sería mi día. Pero nada. Ni rastro del regalo. El segundo domingo de mayo (Día de la Madre en Bélgica) pensé: “¡Ah!, tal vez lo celebremos hoy, como vivimos en Bruselas…. “. Pero nada. Ni rastro del regalo. “Probablemente se retrasaron en terminar la manualidad y lo recibiré el tercer domingo de mayo (que seguro que es el Día de la Madre en algún sitio)”. Pero nada. Ni rastro del regalo.
Me sorprendió, la verdad, porque en el cole están muy motivados y se toman muy en serio eso de las fechas señaladas.
El cuarto domingo de mayo me desperté sin pensar más en el Día de la Madre, ya resignada a no recibir mi regalito. Mientras me desperezaba, alguien me tira de la manga del pijama. Era mi hijo que gritaba: “¡Maaaami!¡Feliz Día de la Madre!“. No había caído en que va a un colegio francés y que en Francia lo celebran ese día.
Así que no hay excusa para olvidarse del regalo porque parece que en mayo todos los domingos son el Día de la Madre.
No me resisto a compartir con vosotros mi super regalo del Día de la Madre.¡Qué increíble cómo se lo curran estos niños (o más bien estas profes…)!. Con ese collar, seguro que seré la envidia de nuestra bloguera gurú de moda ;-).